Uno de los proyectos claves de la seguridad europea, firmado en Helsinki (Finlandia) en 1975, cumplirá está semana 50 años. No obstante, el legado de lo alcanzado en el Acta Final de la Conferencia sobre la Seguridad y la Cooperación en Europa (CSCE), que cerró años de negociaciones sobre la coexistencia pacífica entre dos sistemas rivales, se derrumba silenciosamente, opina Fiódor Lukiánov, analista ruso y editor jefe de la revista Russia in Global Affairs.
Los Acuerdos de Helsinki establecieron un conjunto de principios, como respeto mutuo, no intervención y resolución pacífica de disputas, entre otros aspectos. Lo trazado se sustentaba en el equilibrio de poder estable entre la OTAN y el Pacto de Varsovia sobre el trasfondo de la Guerra Fría, cuyas reglas fueron comprendidas y respetadas en gran medida.
Tras el fin del conflicto, se intentó implantar un sistema liderado por Occidente en el resto de Europa. La OSCE, que surgió de la CSCE, se convirtió en un vehículo para imponer las normas occidentales a otros, una función que ya no puede desempeñar con credibilidad, destaca Lukiánov.
El autor sostiene que la OSCE existe actualmente solo "en teoría", a pesar de la creciente necesidad de cooperación en un mundo inestable, y advierte que el concepto de seguridad paneuropea, que sustentaba el Proceso de Helsinki, "ha quedado obsoleto". Los procesos están ahora fragmentados y son asimétricos; los rivales son desiguales y numerosos. Ya no existe un marco común para gestionar los desacuerdos, explica.
En particular, señala que será muy difícil que esta institución, forjada en un mundo bipolar, se adapte al actual desorden multipolar, pese a los llamamientos a revitalizarla como mediadora frente a las recientes crisis políticas. Según Lukiánov, incluso la OTAN y la UE, consideradas durante mucho tiempo pilares de Occidente, se enfrentan a crecientes presiones internas y externas.
La pérdida de relevancia de Europa
Uno de los aspectos claves que diferencian al mundo actual con respecto al de la Guerra fría es que la propia idea de seguridad europea ha cambiado, o incluso puede que haya desaparecido. Europa ya no es el centro del mundo, como lo fue antes. Se ha convertido en un teatro, no en el director, de los asuntos globales, afirma el experto, observando que EE.UU. considera a Europa cada vez más como una preocupación secundaria.
El destino del continente se ve cada vez más influenciado por potencias externas y alianzas cambiantes. Se necesitan nuevos acuerdos que reflejen las realidades actuales e involucren a nuevos actores. Pero es incierto si tales acuerdos podrán alcanzarse, reflexiona Lukiánov.
Asimismo, destaca que si bien el "espíritu de Helsinki" no ha desaparecido, el contexto que dio significado a sus atractivos principios ya no existe. Si la Europa colectiva desea una nueva era de seguridad y cooperación, tendrá que empezar no por revivir el pasado, sino por aceptar su fin, concluye el analista.